martes, 19 de febrero de 2013

lunes, 18 de febrero de 2013

El porqué de los cuentos

El cuento es una joyita donde se contiene una esencia: la esencia del infinito, el beso al otro lado del espejo. Lograr un cuento puede ser la recompensa a la lucha frustante o el presente que un día deja el azar en nuestra puerta.

Proust compró con una vida y siete volúmenes el instante mágico vislumbrado desde un coche en los campanarios de Martinville. Pero tenía que ser Borges, el ciego sagaz, quien encerrara en su diminuto Aleph el símbolo buscado por todos los cuentistas. Y nos dijo también, con su ironía, dónde debía colocarse el espectador tocado por el dedo de la fortuna para captar en la minúscula bolita, el objeto que el arte busca incesantemente.



                                                      El aleph


El cuento, como la poesía, está hecho de puro símbolo; es lirismo vibrante, que requiere varias lecturas para apartar la neblina que nos oculta aquello situado a dos pasos, y que no es otra cosa que nosotros mismos.

domingo, 17 de febrero de 2013

El hilorio

Se acerca la noche y bajan por el valle las brumas grises que hasta aquí habitaron las cimas. Se volverán nieve pronto, arrastrada en tolvas por el cierzo. Marcará el río su rumbo vertiginoso, enardeciendo el fuego en los hogares y acallando al lobo en los montes. Se juntarán las gentes en las cocinas contando historias nuevas y viejas, deformadas o inventadas.





A la pobre luz de posguerra, hombres y mujeres rematan faenas de invierno; allá, en la esquina, ríen los rapaces; con medias palabras, chistes y maledicencias, los adultos. Se afila el ingenio, se pule la leyenda. Es el hilorio (se hila con el fuso); el filandón, para los cultos. Pueblo montañés.